Edvard Munch fue sin duda uno de los más grandes artistas de la historia del arte, no sólo por la genialidad de sus obras, sino también por la innovación en cuanto a trazo, color e intensidad dramática de sus pinturas.
La influencia de Edvard Munch en los artistas y movimientos artísticos surgidos a finales del siglo XIX y principios del XX es innegable.
Su obra El grito está considerada en la historia del arte como una de las obras representativas del arte expresionista, cuya primera versión fue pintada en 1893; más de una década antes de la aparición de los dos movimientos considerados representantes del expresionismo: Die Brücke (El Puente) y Der Blaue Reiter (El Jinete Azul).
En este artículo veremos:
- La dramática vida de Edvard Munch y su impacto en su arte
- El grito
- Los colores intensos en la obra de Edvard Munch
- Problemas de conservación en la obra de Edvard Munch
La dramática vida de Edvard Munch y su reflejo en su arte
“No puedo deshacerme de mis enfermedades, porque hay mucho en mi arte que sólo existe gracias a ellas”.
Lo escribió el pintor noruego Edvard Munch, famoso por su cuadro El grito y por ser uno de los artistas más importantes de la historia.
El entorno familiar de Munch era ciertamente dramático.
Nació el 12 de diciembre de 1863 en Ådalsbruk, Løten, Noruega.
Su madre y una de sus hermanas murieron de tuberculosis cuando él era muy joven. Su padre sufría depresión y a su otra hermana le diagnosticaron esquizofrenia.
Edvard Munch no salió ileso. En 1908 sufrió un colapso mental, agravado por el alcoholismo, y fue ingresado en una clínica de salud mental en Dinamarca.
Además de sus conocidos problemas de salud, el pintor se enfrentó a otros problemas: en 1937, sus obras fueron confiscadas por el gobierno de Hitler y calificadas por el dictador de «arte degenerado».
Munch escribió que «la enfermedad, la locura y la muerte eran los ángeles negros que guardaban mi cuna». Su obra se caracteriza por personajes cuya desesperación y angustia son evidentes. Las pinceladas y los colores que Munch utiliza en sus composiciones se asocian a su propio estado de ánimo.
El Grito
La obra más conocida de Edvard Munch es El grito.
En la obra de Munch podemos ver la esencia de la pintura expresionista: hay una figura humana (muy informe, pero lo es), con líneas sinuosas y todo en la imagen retorciéndose.
Los colores fuertes y las líneas acentúan la emoción que el artista quería mostrar. Esto demuestra que, además de los temas (agonía, dolor, gritos, drama), la técnica también era muy específica y expresiva.
Dejar ante el espectador a un personaje completamente distorsionado, con la boca abierta y desesperado, utilizando colores y trazos que hasta entonces prácticamente no se habían combinado, fue un paso sin precedentes en el arte.
Munch realizó cuatro versiones de esta obra. Con tres en museos noruegos, la cuarta sigue siendo una de las obras más caras de la historia vendidas en subasta y fue adquirida por un comprador anónimo en una subasta de Sothebys.
Los colores intensos de Edvard Munch
Los intensos amarillos y rojos de El grito y otros cuadros de Munch suelen asociarse con la expresión de las emociones humanas más profundas, la angustia y la desesperación.
Los violentos contrastes entre estos colores intensos y los personajes que adoptan contornos casi informes caracterizan muchas de las obras del pintor.
Otras interpretaciones de los colores de Edvard Munch
En 2017 se propuso la teoría de que los colores rojo, naranja y amarillo de El grito eran una representación de un tipo de nubes consideradas raras, pero que aparecen de vez en cuando en el norte de Europa: las nubes estratosféricas polares. Este fenómeno atmosférico habría impresionado al artista hasta el punto de reproducirlo en sus lienzos.
Esta teoría ha sido rebatida por otros investigadores, ya que la obra de Munch estaba mucho más vinculada a la expresión de emociones que a la expresión de la realidad.
Lo que sí es cierto es que el artista utilizaba a menudo pigmentos de colores intensos, como el amarillo cadmio, para expresar emociones en sus cuadros. Esto está creando actualmente problemas de conservación, como veremos a continuación.
Problemas de conservación en la obra de Edvard Munch
El amarillo de cadmio fue uno de los pigmentos más utilizados por Edvard Munch. Se comercializó por primera vez en la década de 1840 y daba amarillos brillantes e intensos.
Su buen poder cubriente lo convirtió rápidamente en uno de los pigmentos favoritos de los artistas. Vincent van Gogh, Edvard Munch y Miró incorporaron este color a sus paletas.
El reto de la conservación
Las obras de arte en las que se ha utilizado pintura compuesta por este pigmento presentan importantes problemas de conservación, ya que tiene tendencia a decolorarse y es especialmente sensible a la humedad, la luz y los ambientes ácidos.
La exposición de las obras de arte a lo largo del tiempo, aunque actualmente en condiciones ambientales optimizadas, ha provocado la decoloración de algunos de los colores vibrantes e intensos que pretendían inicialmente los artistas.
Conservar estas obras en condiciones óptimas y controlar sistemáticamente los procesos de degradación es actualmente uno de los grandes retos para conservadores y museos.