Te presentamos 2 de las más fascinantes pinturas del clasicismo y 2 maestros de la pintura: Jacques-Louis David y Jean-Auguste-Dominique Ingres.
Texto por Diana Ferreira, autor del curso en línea Interpretación de obras maestras del siglo XVIII y XIX
Grandes pinturas del clasicismo - Juramento de los Horacios
Lo Juramento de los Horacios
Jacques-Louis DAVID (París, 1748 – Bruselas, 1825) fue el pintor francés más brillante del clasicismo.
Era tan famoso por su talento como por su mala conducta, que causó terror y llevó a miles de inocentes a la guillotina durante la revolución francesa.
Lo Juramento de los Horacios
Esta es una de las grandes pinturas del clasicismo y fue realizada al óleo sobre lienzo de 330 x 425 cm apela a su monumentalidad, no solo por su tamaño, sino también por la temática elegida.
El artista lo pintó en Roma en once meses, y luego de su finalización lo exhibió en su taller, consiguiendo una cola de gente para verlo.
La prensa comentó el evento a escala internacional, y en el Salon de 1785, 65.000 visitantes lo admiraron.
¡Fue la creación de una obra maestra!
La pintura de composición geométrica muy bien pensada y organizada, nos lleva de inmediato al punto de fuga, ubicado sobre las tres espadas que sostiene el personaje central, con un manto rojo, apelando más la mirada en esa dirección y manipulando al observador.
Este es el punto principal y de partida del juramento.
Esta escena está basada en Tito Livio y narra un episodio de la antigüedad romana del siglo VII a.C., la historia de una lucha entre Roma y Alba Longa.
Este episodio es el símbolo del patriotismo entusiástico romano, en el que el estado está por encima del individuo, y fue irónicamente encargado por el rey Luis XVI, quien murió en la guillotina en enero de 1793.
Este tipo de mensaje continuaría siendo abordado por David durante mucho tiempo.
Una vez más, fue representada “discretamente” la exaltación de las virtudes patrióticas como exigencias morales revolucionarias, utilizando conscientemente su arte como instrumento de sus convicciones políticas.
Grandes pintura del clasicismo - La Gran Odalisca
Jean-Auguste-Dominique Ingres, la gran odalisca, Museo del Louvre, Paris
Jean-Auguste-Dominique INGRES (Montauban, 1780 – París, 1867) fue un pintor representante de la última fase de las pinturas del clasicismo, que quiso revolucionar el arte, volviendo a la pintura de la antigüedad y el renacimiento.
Desarrolló un estilo personal llamado “ingrismo” dentro de los parámetros de pinturas del clasicismo .
Tuvo una lucha constante con los críticos de arte, quienes aclamaban y criticaban su trabajo con dureza.
La Gran Odalisca
Aparte de la indignación por la desnudez del personaje, cuando se mostró “La Gran Odalisca” en el Salon de 1819, Ingres también fue acusado de utilizar una gama cromática monótona, de ignorar la realidad anatómica y de apartarse de las enseñanzas de Jacques-Louis David, confirmando que los críticos no entendieron el estilo del artista.
Ingres dominaba la anatomía y le daba mucha importancia a la línea y al dibujo -y como pintor clasicista los tenía como base de su estilo- sin embargo, deformaba intencionalmente los cuerpos femeninos, estirándolos y mostrando sus sinuosas curvas, para lograr elegancia y sensualidad, inspirándose en el manierismo italiano.
El lienzo trabajado horizontalmente tiene una composición sencilla con la representación de una odalisca desnuda de piel pálida- esclava de un harén al servicio de las concubinas y las esposas del sultán,- medio tumbada en un diván tapizado, de espaldas al observador, pero mirándolo directamente de manera serena y descarada, convirtiendo al observador en un voyeur.
La estructura simple de la composición resalta el cuerpo desnudo, y sus contornos, que acompaña la orientación horizontal del lienzo y que constituye el elemento más claro de la obra.
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Ingres eligió tratar en este lienzo la sensualidad y la serenidad, propias del clasicismo, con tonos fríos, donde predomina el azul de cortinas, cojines y tapizados; el negro del fondo y el tono de piel claro de la odalisca. A estos colores añadió el dorado de las telas agrupadas en la esquina inferior izquierda que contrasta y equilibra la obra.
La técnica del artista en la representación y estructuración de la pintura desorienta al observador con detalles y texturas de tejidos muy precisos, donde una vez más tuvo una habilidad extraordinaria para ordenar e iluminar los objetos y accesorios de su personaje.
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Diana Ferreira
Licenciada en Historia del Arte por la Facultad de Letras de la Universidad de Porto y Maestra en Museología en España (Valladolid). Trabajó en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma y en la dirección de la Galleria de los Uffizi, en Florencia. Con becas de investigación para proyectos en Italia e España, fue formadora y profesora responsable de la disciplina de Historia del Arte en Oporto e de Introducción al Historia del Arte, Iconografía e Historia de la Arquitectura en la Academia de Artes de Florencia.
En 2014 publicó el libro Guía de los Tesoros Arquitectónicos. Lisboa, Chiado Editora, 2014, fruto de una investigación en profundidad sobre los temas mencionados.